Es difícil imaginar un mundo donde solo exista tú, un mundo donde eres prisionero de la soledad, a la vez que tu voluntad es completamente libre.
Bien, suponiendo que tú pudieras vivir en un mundo como ese, ¿Qué es lo qué arias? Siendo el amo, si no puedes dominar a nadie, vivirías condenado a ser el amo supremo de absolutamente nada, o renunciarías, y dejarías que alguien tome tu lugar solo para que tu vida cobre un sentido, es una idea muy extraña, pienso yo. Insistir en convertirte en un rey cuando no tienes poder sobre alguien o algo, pero debe haber almenos una persona que opine que esta bien porque aunque no puedas ejercer control sigues siendo el dueño de tu propio mundo.
Dejando de lado este tema, o mas bien esta introducción, debo explicar un poco con mi experiencia de la idea de poseer un mundo para ti solo; sin embargo, he de decir que este concepto tiene un nombre autentico “Cubil Animae” sin más dilación, no solo mi historia, si no también la de este extraño objeto.
Cuando la vida de un niño comienza, es por alguna razón porque de algún modo tendrá alguna incidencia en el futuro, todo cambia con lo nacimientos que se producen a cada segundo y no estamos seguro de qué vida tendrá un valor significativo o no, pero hay un hombre en particular, nacido en un pueblo olvidado por el mismo dios, que creo el que podría ser el artefacto mas útil para la humanidad, pero para que lo hiciera habría de pasar una dura etapa de su vida, la relacionada a todas sus experiencias paranormales.
Desde un principio, poco después del surgimiento de los primeros homínidos, ya existían ciertos entes que se basaban en el reflejo de los instinto de esta nueva raza, materializando sus miedos a lo que había haya afuera, a todo lo que desconocían, incluyendo a los predadores que lo asechaban día tras día. Cuando aquellos animales consiguieron una posición erguida y un pensamiento civilizado, y oficialmente se habían convertido en la raza humana, los entes que amenazaban su cordura, limitando un millón de posibilidades, comenzaron a desaparecer , pero en épocas antiguas, cuando la alquimia era un concepto desconocido, nacieron humanos que estaban destinados a preservar la existencia de aquellos seres que aterraban a nuestra especie en milenios antes; sin embargo, a pesar de que ellos mismos avían jurado proteger los pensamiento materializados de los humanos, las constantes pesadillas y torturas de todos estos hacia sus guardianes, provocaron que se hartaran de dejarlos libres, y pusieran todo su esfuerzo colectivo en armar un solo artefacto que pudiera contener aquellas almas convertidas en sombras, un objeto llamado “Cubil Animae” que posteriormente seria llamada “Cámara de almas” por los pocos herederos de esta, del conocimiento solo adquirido por mentes fuertes.
Bien, en la actualidad, se suponía que todos los males contenidos del Cubil Animae, habían sido liberados al mundo cuando fue destruido, pero cual no seria mi sorpresa, al descubrir el pequeño cofre, la Cámara de almas, cuando estaba investigando unas ruinas alemanas en un viaje por Europa.
Cuantas veces habrán sido veces que pregunte a mis contactos acerca de ese pequeño objeto, que databa de una era olvidad por la humanidad, y cuantas veces abran sido que me contestaron que no sabían, y que posiblemente solo fuera una baratija dejada por algún saqueador que ya había estado en esas ruinas antes; sin embargo, mi convicción de que había encontrado una reliquia perdida, seguía intacta después de todas esas criticas hacia mi trabajo, hacia mi hallazgo las cuales fueron el detonante de mi curiosidad acerca del Cubil Animae.
Esto me llevo a preguntar a cada sabio que conocía acerca de textos que ellos guardaban, sobre todo de alquimia y de cosas similares.
El único que logro responderme concretamente fue mi padre, el cual dijo que tenia un diario demasiado antiguo como para ser de un milenio atrás, lo que significaba que podría datar de épocas anteriores a esa, entonces, tras años de investigación enfermiza y muchos experimentos sobre el mismo Cubil, opte por no guarda mas el secreto que se hallaba dentro de la caja, y en un ataque de locura, tome un mazo y destruí de un solo golpe el cofre negro que tanto tiempo había estado estudiando, estaba vacío, mi primera impresión fue que era una mala broma, incluso llegue a decir cosas como:
-“¿quien esta allí? Devuelvan lo que había aquí dentro”
Cuando nadie mas podría haber estado en mi casa, luego, cuando comprendí que todo había sido en vano, me derrumbe sobre un silla y comencé a tantear la superficie del Cubil, cual no seria mi sorpresa al ver primera vez una serie de escritos brillantes en un idioma que desconocía, eran grabados muy similares a los antiguos jeroglíficos egipcios, pero yo ya había aprendido a leer estos, por lo que sabia muy bien que era el idioma de un civilización no solo anterior, si no mas avanzada en cuanto a lenguaje, ya que a pesar de que era imposible reconocer esos escritos, era entendible, y pude leerlo a la perfección, ¡inexplicable!, las palabras exactas, eran las siguientes:
“si estas viendo esto, es porque haz abierto la llave, para descubrir el origen del mundo mismo, pero también haz liberado las almas que el Cubil Animae ha guardado con tanto recelo”
No supe que contestar, o mas bien, no supe como reaccionar ante esta declaración, ya que solo había visto al Cubil como un simple objeto con valor histórico, una reliquia que podía ser estudiada, no una jaula para todos los males el mundo había padecido desde tiempos inmemoriales, opte por hacer caso miso a la advertencia del cofre, intentando convencerme a mi mismo de que seria una especie de broma por parte de un saqueador, que hubiera colocado ese objeto en un castillo ubicado en la Alemania media, deseche de mi mente años de enfermiza investigación, dispuesto a reponer algunos daños que había provocado por la misma, en mis relaciones personales, sobre todo con mi familia.
Ahorre, trabaje en distintos centros especializados en biología, con tal de conseguir el suficiente dinero, para reponer todo el que había perdido con el pasar de los años, sin el apoyo financiero de nadie. Finalmente, pude pagar un boleto para volver a mi nación Rusia, donde me esperaban mi hijo, Isaac, y mi esposa, y uno desde hacia tanto tiempo.
Mis horrendos experimentos me habían mantenido alejado de ellos y de la sociedad en general, por lo que supuse que al volver las cosas no serian iguales, pero intente convencerme a mi mismo de que no iba a encontrarme con ninguna sorpresa desagradable. Los días transcurrieron con normalidad, me había dedicado a organizar cuidadosamente todo material relacionado a mi investigación acerca del Cubil Animae, del cual me había desecho vendiéndoselo a unos coleccionistas, que había encontrado en el mercado del acogedor pueblo donde había estado residiendo, tal era mi obsesión por el cofre que, en una de mis estúpidas alucinaciones, había llegado a pensar que investigaría mejor aquel artefacto en el lugar donde lo encontré, la preciosa Alemania, a pesar de repudiar mi propio trabajo, no me quejo por mi estadía en esa región, pues he tenido la posibilidad de gozar cada uno de sus aspectos como si estuviera en unas simples vacaciones, mi propia habitación dentro del hotel donde me había alojado, que no era nada mas que un viejo castillo Nazi decorado a medias, parecía amueblada por mi, ya que había instrumentos extraños por todos lados.
Faltaba solo un día para mi partida hacia Rusia, cuando me decidí a desechar mi investigación por completo, algún hombre realmente culto y paciente las encontraría alguna vez, dispuesto a hallar todos lo secretos que el cofre guardara, fueran buenos o no, pero ese no podría ser yo, lo único que logre al observar con cierta nostalgia cada habitación que había hecho con lápiz sobre los antiguos textos, es recordar algo de aprecio por el Cubil, eso no abría sido suficiente para hacerme volver a buscarlo, pero una sola frase, dentro de una pagina acerca de las consecuencias de abrir el Cubil me llamo la atención, pues no era parte del texto y tampoco la había escrito yo:
“No es un cofre, es una habitación”
Mis pupilas se dilataron por un instante, y un sudor de emoción irracional comenzó a recorrer mi cuello, pues me hallaba ante el posible descubrimiento del origen del Cubil, era tan impensable que, tal como decía la frase, aquel objeto fuera realmente una cámara de almas fabricada por la humanidad, donde se hubieran almacenado años y años de pesadillas, o que Homero no se hubiera equivocado al representar el Cubil como la “Caja de Pandora” y contuviera absolutamente todas las peste que han existido, mi mente, que había permanecido tranquila por el regreso a mi hogar, volvió a activarse gracias a aquel estimulo, y estuve almenos cinco horas viajando por el pueblo entero, hasta encontrar a los coleccionistas a quienes les había vendido el cofre.
Y así acabe, desesperado, sosteniendo nuevamente aquella cámara con mis temblorosas manos, intente despejar su cerradura de las cadenas, que aquellos hombres le habían colocado, quizá porque se habían dado cuenta de su poder, no lo sabré nunca, pero yo que lo tenia de nuevo en mi podre, hice todo lo que pude para volver a abrir el Cubil, y cuando pude ver el interior por las rendijas, fue cuando mi visión se torno negra, cuan fui capaz de volver a abrir los ojos y observar el panorama frente a mi, me hallaba vestido cómodamente con una camisa y pantalón sencillos en una habitación que me resultaba familiar, intente hacer caso miso de cualquier suceso antes de ello, pues un olor que podía reconocer a kilómetros me invadió, era el de la comida que Juno preparaba, lo que significaba que había vuelto a mi querida Rusia, intente levantarme, pero una delgada y huesuda mano me detuvo sosteniéndome por el pecho, y me volvió a posar sobre la cama, era Isaac, quien leía un libro a mi lado, mientras me observaba de reojo para que no hiciera ninguna locura:
-Isaac, ¿Cuándo volví a casa?
Pregunte extrañado, aunque prefería no tocar el tema del Cubil, el me miro con asombro, incluso entrecerró sus ojos, para verme con claridad, pero finalmente hablo, intentando reducir su tono de voz, para no parecer preocupado por mi condición:
-¿De que hablas? Tu nunca te fuiste a ningún lado, simplemente tuviste un accidente volviendo del trabajo, te atropello un auto, tuviste suerte de sobrevivir.
Me dijo, sonriendo con inocencia para intentar calmarme, no trate de explicar mi situación acerca de la investigación y el Cubil, tampoco me moleste en preguntarme a mi mismo si el haberlo tenido en mis manos o no había pasado de verdad, o en las consecuencias de abrirlo, las cuales recordaba con claridad a pesar de haber sido todo un sueño. Ya lo comprendo, nunca me fui de casa, solo estaba teniendo delirios a causa de mi ansiedad y mi convicción de que estaba a punto de morir, solo eran las pesadillas de un anciano loco lleno de cansancio.
Aun así, suelo acomplejarme varias veces al día, cuando me pongo a recordar sobre mi estadía en Alemania, sobre todo al tener tan claro el momento en que comprendí, que el supuesto Cubil era un habitación para almas perdida. No se que pensar, y espero que esta pregunta no sea respondida nunca, pero:
¿Este cielo azul tan hermoso de verdad a existido alguna vez?
Créditos: HeroWithoutHeart
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