—¿El ángel del amor? —Preguntó Frank Macklein, quien era el policía que se estaba ocupando del caso.
—¡Sí, señor!, ¡esa cosa es quien lo atacó! —Contestó histérica Andrea.
—Tranquilícese, señorita. —Mencionó— Cuénteme qué fue lo que pasó en este lugar.
—Está bien… —Susurró Andrea— Pe... Pero esa cosa sólo quería que yo supiera la verdad.
—Muy bien. —Mencionó el policía- ¿Pero podría contarme a mí cómo pasó todo esto?
—De acuerdo, se lo contaré… —musitó Andrea.
Todo pasó el 16 de enero de este mismo año, había pasado una semana desde que mi novio Edgar y yo habíamos festejado nuestros dos años de noviazgo. Las cosas iban bien en nuestra relación.
Un día decidimos citarnos en el parque principal de nuestra ciudad, yo, como siempre, acostumbraba llegar antes que Edgar. Tomé asiento en una banca, un poco alejada del parque, ya que ese era mi lugar preferido, ya que fue ahí donde conocí a Edgar.
—¿Por qué tardará tanto? —Me pregunté a mí misma.
Me levanté de la banca, para mirar a todos lados, pero no había ningún rastro de Edgar, eso me molestó bastante, odiaba que Edgar llegara tarde. Me dispuse a caminar un poco por el parque, era maravilloso caminar por ese parque, así que decidí olvidar mi enojo por el retraso de Edgar.
—¡Andrea! —Exclamó Edgar.
Miré hacia atrás y noté a Edgar preocupado y muy nervioso.
—¡Edgar! —Exclamé alegre.
No sabía el porqué de su nerviosismo y su preocupación.
—¡Cuidado! —Mencionó Edgar— ¡Está detrás de ti!
—¿Eh? —Me pregunté.
Temerosa giré rápidamente hacia atrás y ahí estaba. Tenía una figura femenina a mis espaldas, era oscura y con unas grandes alas, y sus manos tenían unas grandes garras. Pero lo más desagradable de la mujer era su rostro, tenía unos grandes y ennegrecidos ojos, en su boca se hallaban una fila de abundantes colmillos que le sobresalían del labio inferior, sumado a su gran cabellera de color negro.
No podía moverme. Estaba en shock. No sabía qué era, o qué buscaba.
—¡No la toques! —dijo Edgar.
Edgar iba a tomar mi brazo, pero esa cosa la tomó antes, y, con gran velocidad, se dirigió al bosque.
—¡No! —Mencionó Edgar— ¡No te atrevas a hacerle daño!
La cosa me llevó hasta el centro del bosque y me lanzó contra un árbol, lo cual hizo que volviera en mí.
—¡¿Quién eres!? —Pregunté nerviosa.
Esa cosa me miró y ladeó un poco su cabeza para sonreír. Le encantaba verme de esa forma.
—¡Quién eres! —Exclamé enojada.
Aquella cosa borró su sonrisa, y me miró directamente, lo que hizo que se me erizara la piel.
—Yo... soy el ángel del amor… —Contestó aquella cosa con una voz muy ronca.
—¿Á... Ángel del amor? —Pregunté.
El supuesto ángel sonrió. Me levanté lentamente adolorida por el golpe, pero no era tan grave.
—¿Qué es lo que quieres de mí? —Pregunté temerosa.
—Quiero amor… —Contestó con un susurro.
Estaba muy confundida; no entendía nada… ¿Ángel del amor? ¿Buscando amor?
—¿Acaso estás confundida? —Preguntó el ángel con una gran sonrisa.
La miré y asentí lentamente, nerviosa y asustada.
—Tú crees saber todo sobre tu amor —mencionó— ¿No es así?
—¡Sí! —Contesté nerviosa.
El ángel carcajeó macabramente, hizo que me estremeciera más aún de miedo, y pensara en escapar o en que Edgar llegara y me rescatara.
—Estás muy equivocada… —Susurró— Él… no es lo que piensas…
—¿Perdona? —Pregunté— ¿Qué quieres decir con eso?
El ángel sonrió y con una gran velocidad, se acercó a mi rostro, para tomarme de mi barbilla.
—Él es un mujeriego, —dijo el ángel— un alcohólico, un drogadicto y un maltratador.
—¡Eso no es cierto! —Dije con lágrimas entre los ojos.
—Claro que es cierto. —mencionó con una gran sonrisa— Recuerda que yo sé todo sobre el amor…
—¡Andrea! —Exclamó Edgar
El ángel volteó, con un gran odio. Intenté zafarme del ángel, pero era inútil, lo intentaba y me lastimaba lentamente mis mejillas.
—¡Edgar! ¡Ayúdame! —Exclamé con dificultad.
Edgar logró escuchar mi llamado de auxilio y se apresuró. Él de verdad quería ayudarme. Cuando llegó al lugar de donde había escuchado mi grito, se detuvo en seco al mirarme con esa cosa.
—¡Déjala ir! —Exclamó Edgar molesto.
—Aún no… —mencionó el ángel— Aún no termino de decirle tus verdades…
Edgar se paralizó al escuchar esas palabras, sabía que eso acabaría con él. Me miró, y se percató sobre que yo lo miraba con lágrimas entre mis ojos.
—¡No es verdad, Andrea! —Gritó histéricamente— ¡Nada de lo que te diga es verdad!
—Él… —Mencionó el ángel volviéndose hacia mí— Él… mató a su antigua novia, ¿lo sabías?
—¡No es verdad! —Exclamó Edgar aún más histérico.
Edgar se lanzó sobre el ángel. Gran error. El ángel lanzó nuevamente hacia mí; ese golpe fue demasiado fuerte, suficiente como para dejarme casi inconsciente observando aquella horrenda escena.
Tomó a Edgar por la camisa, y lo miró directamente a los ojos.
—¡Suéltame fenómeno! —Exclamó.
El ángel sonrió, lo cual hizo que mostrara sus grandes y filosos dientes.
—Solo quiero amor, Edgar… —Mencionó el ángel— Amor puro…
Edgar se estremeció al escuchar eso, sabía que sería su fin. Y lo fue. El ángel lo mordió en el cuello, enterrándole todos sus colmillos, haciendo que Edgar soltara un grito realmente desgarrador. Terminó su tortura del cuello y lo miró. Edgar estaba muy mal, el ángel sonrió y lanzó a Edgar contra un árbol. Él intentó ponerse de pie, pero fue inútil. Había perdido demasiada sangre.
El ángel se acercó, se colocó sobre Edgar, se inclinó y sacó una pequeña y afilada daga de entre su ropa y con ella desgarró la camisa que Edgar llevaba puesta, a continuación cortó lenta y tortuosamente su carne, para lograr sacar el corazón latente de Edgar. Y lo logró.
Edgar abrió los ojos como platos, para mirar una última vez al ángel, éste sonrió y se levantó lentamente.
—Gracias por tu amor, Edgar… —Susurró.
No sé qué fue lo que pasó a continuación, pues terminé desmayándome a causa del terrible golpe que recibí por el cuerpo de Edgar, y me desperté con usted aquí, delante de mí, señor policía.
0 Comentarios