Cuenta la leyenda que en algún lugar del mundo hay un portal hacia un lugar mágico que está lleno de vida y felicidad pero no es así, es justo lo contrario. A mí y mis amigos nos encantaba ese tipo de misterios por culpa de ver de pequeños películas de ficción de mundos diferentes. Mi abuelo me solía contar que en algún lugar del mundo ese mundo con el que yo y mis amigos soñábamos existía a través de un portal escondido o más bien perdido en el mundo entero.
En aquellos tiempos la mente de un niño se lo puede creer todo así que empecé a buscar ese portal sin resultados, aunque ahora con la tecnología moderna hasta un inexperto como yo puede encontrar sitios extraños. En mi caso fue una casa que parecía abandonada en los bosques de Holanda que tenía en el tejado una especie de cartel llamado portal. Ese cartel me llamó tanto la atención que decidí ir con mis amigos.
Éramos ocho amigos en total Jim, Nick, Susana, Anna, Jorge, Marcos, Jhonn y yo, Omar. Ninguno de nosotros era científico ni exploradores, pero si nos gustaba viajar. Cuando llegamos a esa casa se podía oler un fuerte hedor putrefacto que venía de dentro de la casa.
En aquel momento nos pareció normal ya que seguramente la casa no habría tenido a nadie que la cuidara por años. Revisamos todo lo que había dentro todas las habitaciones, pero no encontramos nada. Lo único que nos quedaba por revisar era un sótano del cual sus escaleras parecían muy inseguras. Bajamos uno por uno ya que no sabíamos lo que pasaría si bajábamos todos juntos.
Al estar abajo vimos que, aparte del asqueroso hedor, se apreciaba una puerta que parecía aún más antigua que la propia casa. Al abrirla pudimos ver una gran cámara llena de figuras de piedra y oro iluminadas por antorchas de fuego del cual no sabíamos cómo podía seguir encendido. Entramos dentro de esa inmensa cámara que era realmente gigante, no se apreciaba el final.
Todo fue bien al principio, pero mientras pasaba el tiempo se podían sentir unos sonidos como de un animal salvaje, realmente daba miedo escucharlo. Llegamos a una pared que tenía el dibujo de un monstruo gigante y deforme que tenía una cara espantosa, se veían unos ojos mal coordinados y sus afiladisimos dientes parecidos a los del megalodon, parecía tener más de ocho patas y sus garras parecían una mezcla de entre garras de águilas y de dinosaurio. En el dibujo había una persona muerta con los órganos internos arrancados dándonos a entender que se hacían sacrificios para que ese monstruo no saliera. Debajo de ese espantoso dibujo había una frase que parecía provenir del latín que decía lo siguiente: "custos malum".
Traducido al español vendría siendo el guardián del mal. Nosotros pensábamos que no era nada hasta que el profundo grito de agonía de Nick nos llevó hasta él, y pudimos ver cómo ese mismo ser asqueroso le estaba desmembrando. En aquel momento todos echamos a correr directos hacia la salida pero el monstruo no escuchó y nos persiguió.
Durante la huida perdimos también a Susana y Marcos. Era realmente perturbador huir mientras tus amigos de la infancia gritaban siendo devorados poco a poco por esa bestia que no descansaría hasta acabar con todos.
Llegamos a las escaleras que nos llevaría a la puerta del sótano mientras el monstruo nos seguía, subimos todos juntos las escaleras del sótano que acabaron derrumbándose y haciéndonos caer. Yo pude sujetarme al suelo de arriba, pero mis amigos no corrieron la misma suerte.
Estaban atrapados y yo no pude ayudarles, solo pude ver como ese maldito monstruo los asesinaba a todos juntos, una auténtica carnicería que se me quedó en la mente toda la vida. Al volver y contar lo que me pasó la gente no me creyó y además me acusaron de haber sido yo el asesino de mis propios amigos, pero yo sé la verdad.
Yo sé que esa puerta jamás fue cerrada por nadie y que ese monstruo aparecerá algún día en la superficie para comenzar la extinción de todo ser vivo. Realmente podría estar haciéndolo ahora mismo mientras os cuento la historia o tal vez no, pero ese monstruo, custos malum, aparecerá tarde o temprano y nos hará sentir una agonía peor que cualquier muerte que os podáis imaginar.
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