Era la medianoche, el detective David Johnson estaba en medio de un caso. Un hombre fue brutalmente asesinado por una persona de identidad desconocida. Él estaba examinando las heridas, cuando un oficial pregunta...
- ¿Ya sabes con qué arma lo asesinaron?.
- Posiblemente ha sido un hacha, los tajos hacen parecer eso.
Llevaron el cuerpo al laboratorio. Luego de investigar de quién era el ADN, ya que el tipo tenía marcas en las muñecas, no supieron nada. Las marcas no tenían ADN de nadie, pero se veían llenas de polvo pues el asesino había atacado ayer.
- ¡Es imposible que alguien haya presionado partes de este pobre hombre y no haya dejado huellas!- Exclamó el doctor Hammer debido a que se veía como un caso sin resolver.
David decidió volver a su casa. Al entrar su hijo lo recibió con su muñeco que le llegó apenas ayer de parte de su abuela.
- ¿Cómo está mi pequeño campeón?
Su hijo respondió:
- Bien, pero Charlie está algo disgustado.
- ¿Qué le pasa?
- Dice que lo dejaste mal guardado cuando me llevaste a la escuela.
- ¡Oh! Perdón Charlie.
- ¡Papá, quiero jugar!
Empezaron a jugar a la pelota en el patio mientras que Charlie estaba sentado en un lugar. Luego de la diversión David y su hijo James fueron a casa.
- ¡No olvides a Charlie! - Dice su padre en un tono bromista, por lo que James fue a tomar el muñeco. Llegando adentro, James entró a su cuarto en donde estaba su hermana mayor, la cual dice:
- He invitado a mis amigas a casa. Quiero que te portes bien y que no hagas nada que las moleste. Como lo hagas, le digo a papá y a mamá.
James odiaba a su hermana, la consideraba la oveja negra de la familia. Siempre portándose como la princesa de papá y mamá
Cuando se va del cuarto escucha un susurro ordenándole algo:
- ¡Mátalaaaaaaa!
Como se escuchaban tan bajos decide ignorarlos.
Mientras que David decide llevar a su hijo a la escuela y su hija mayor se queda en casa con su madre, la cual estaba enferma. Su padre decide ir a trabajar para investigar otro caso que se ocasionó ayer de noche mientras todos dormían. Era parecido al anterior crimen. El mismo ataque, las mismas marcas, coincidan ambos, y desde ese día cada noche ocurrían crímenes iguales.
Todos estos crímenes les pasaban a hombres, mujeres, sacerdotes, agentes, niños, carteros, ancianos, etc. La gente estaba asustada y los detectives estaban enloqueciendo.
- ¡¿Quién demonios será éste miserable?!- Exclamó el agente compañero de David.
- ¡Cálmate! Debemos tratar esto con más calma.
A pesar de todo el caos, los agentes y detectives se calmaron. Al momento fueron sorprendidos por el ruido del teléfono. El jefe de la policía contestó:
- ¿Quién habla?.
- No pueden atraparme.
Eran susurros. Ellos dedujeron que era el asesino pero, ¿cómo estar seguros? La llamada colgó luego de unos segundos.
Ellos trataron de volverlo a llamar pero no funcionó. El detective regresó a su casa, sólo para ver que su esposa estaba muerta en su cama de un fallo cardio-respiratorio, y ahí estaba sentado el muñeco con la mirada abajo y la vista perdida, con un celular en sus manos:
- Él no lo hizo.
Volteó y era su hijo James, el cual estaba de mirada seria mirando a su padre.
- ¿Él no hizo que?
- La llamada a la policía.
- ¿Cómo lo sabes?
Preguntó luego de haber agarrado al muñeco...
- ¡Suéltalo!- Ordenó James con una voz monstruosa que hizo que soltara el muñeco. David no podía creerlo.
- Tú lo hiciste, ¿verdad? - dijo David.
No hubo respuesta. Las puertas del armario se abrieron sacando a su hermana y sus amigas desnudas y muertas.
- Esa zorra se lo merecía, y ahora te toca a ti.
David fue recibido por un hachazo haciendo que caiga en la pared. Charlie, el muñeco, se encontraba detrás de él, sosteniendo el hacha que tantas vidas había terminado.
- Adiós, detective.- dijo, casi como un susurro.
Y finalmente, terminó matando a hachazos a David.
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